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El Evangelio Es Superior  Las Filosofias

El Evangelio Es Superior Las Filosofias

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Hemos llegado en el Libro de los Hechos al capítulo 17, donde el apóstol Pablo llevó el Evangelio a la ciudad de Tesalónica, después de Tesalónica se fue a Berea, y ahora Pablo recuerden que al huir de la ciudad de Berea, él es llevado a Atenas, y ha llegado a Atenas y ahí en Atenas está esperando a sus compañeros, a Silvano y a Timoteo, y en esta porción de la Escritura que vamos a estar estudiando, del capítulo 17, versículos 16 al versículo 21, vamos a ver que este es un pasaje tan fascinante donde el apóstol Pablo tiene un, por decir así, un encuentro intelectual con las filosofías de su tiempo. Recuerden hermanos que cuando un grupo de personas tiene una filosofía, generalmente esa filosofía produce en ellos una manera de vivir. Como vamos a ver en este pasaje, dos grupos filosóficos que se mencionan ahí, que disputan con Pablo, y son los opuestos esos dos grupos. Uno de ellos son los estoicos. Los estoicos, vamos a ver un poco más adelante en lo que creían y cómo eso que ellos creían producía una manera de vivir. Y esto nos muestra a nosotros que lo que creemos importa, porque lo que nosotros creemos produce la forma, produce una manera de vivir en la que cada uno de nosotros se moverá. Por eso a esto se le llama tener una cosmovisión de todas las cosas. Si una persona cree que este mundo no fue creado, sino que es el producto de un caos, el producto de una explosión y que de esta explosión comenzaron a formarse las cosas y cada vez son más complejas y más precisas y más exactas, bueno eso es una, eso le produce una forma de vivir y ahí nace el ateísmo. Si Dios no existe, si Dios no nos hizo, si Dios no nos creó, ¿por qué habríamos de adorarle? ¿Por qué habríamos de reconocerle? Y vivir sin Dios es una forma fatal de vida. Las personas que viven sin Dios, la escritura lo describe como sin Dios y sin esperanza. Y una persona que vive sin Dios y sin esperanza es una persona muerta en vida. Entonces por eso es importante entender estos pasajes. El contexto histórico y cultural de esta porción de la escritura es muy importante. Como por ejemplo, Lucas nos dice que Pablo estaba en Atenas esperando a sus compañeros, ahí en el versículo número 16, pero dice que mientras él esperaba, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Entonces, al ver esta porción de la escritura, vemos que es una ciudad, que Atenas es una ciudad donde los residentes están entregados a la adoración de falsos ídolos. Y eso nos tiene que hacer a nosotros entender que lo que Lucas está narrando tiene un contexto histórico, y que si nosotros podemos comprender el contexto histórico donde Pablo está predicando, tenemos un mejor entendimiento de lo que está ocurriendo aquí. Entonces, lo que ocurre aquí en Hechos, capítulo 17, versículo número 15 en adelante, es que el apóstol Pablo está llegando a una ciudad llamada Atenas, y esa ciudad es conocida como el centro del debate intelectual y filosófico. O sea, cualquier filosofía, cualquier lugar para debatir la filosofía, ese era el lugar. Es como hoy en día dicen San Francisco, la capital del homosexualismo, ¿no? Porque es conocido por eso. O Ayrajo, el estado de las papas. Hay una razón por la cual se conoce algo, y Atenas era conocida por ser un lugar donde había mucha intelectualidad y mucha filosofía, y debatían. Era una ciudad llena de ídolos, había ídolos por todas partes. Había templos, había cultos que incluían la adoración a dioses y diosas griegos. Y los atenientes estaban muy enorgullecidos por la sabiduría, el conocimiento y la cultura que se centraba en su vida. Y ellos siempre estaban buscando por nuevas ideas y nuevas filosofías. Y esto nos enseña, hermanos, que una persona que tiene una filosofía, no necesariamente toda su vida va a vivir creyendo lo mismo. Siempre va a buscar algo nuevo, porque las filosofías no satisfacen. Las filosofías no llegan a la gente a encontrar propósito en la vida, a encontrar una razón de ser. Pero cuando una persona viene al conocimiento de la gracia de Dios y entiende que es pecador, que necesita de conocer a Dios a través de Jesucristo, y cuando lo hace encuentra un verdadero propósito en la vida y sabe que tiene un destino eterno, destino final. Pero antes de entrar a ver este pasaje, recordemos lo que ocurrió en los versículos 10 al 15. En este contexto, Pablo recuerda que viaja a Berea. Y en Berea recibieron la palabra con mucho interés y examinaban lo que Pablo decía para saber si eso era cierto. Y como resultado de esto, el mensaje impactó tanto a la gente que muchos creyeron. Creyeron hombres y mujeres prominentes, y sin embargo, también hubo otros que no creyeron y se lanzaron atacando a Pablo y a sus compañeros. Como resultado de esto, los compañeros de Pablo le ayudan a escapar de la ciudad y después llega ahora a Atenas. Y ahí es donde nosotros vamos a centrar nuestra atención. Vamos a ver el versículo 16. ¿Qué es lo que pasa ahí? Dice, mientras Pablo los esperaba en Atenas. Primer pregunta, ¿a quién está Pablo esperando? Respuesta, a Silvano y a Timoteo. Está esperando a sus compañeros. Cuando Pablo llega a Atenas, está esperando ahí a estos hermanos, a Silas y a Timoteo, que se unieran a él. Y mientras él espera, él está observando algo que produce en él molestia, que lo irrita, que lo hace sentirse con un espíritu encendido contra lo que está observando. Y dice la Escritura que su espíritu se agita y queda profundamente perturbado por la oscuridad espiritual que lo está rodeando. Vean el versículo. Dice, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Hermanos, esta es la actitud de una persona que ha conocido la verdad. ¿No es así? Hermanos, cuando nosotros viajamos a nuestros países de origen y llegamos y vemos que la gente lleva un mono de una estatua, los hombres la van cargando, la gente va detrás de ella, le van cantando y la gente la quiere tocar y se toca en su cuerpo y lo tocan y se tocan en su cuerpo. Y lo único que nosotros sentimos es que nuestro espíritu se enardece. Se enardece porque son personas que están engañados, que están en la idolatría. Y después de eso, hay algo que produce un fruto. Después de eso son las siestas. ¿No es así? Empieza el baile. Después de la misa, comienza el baile. Y luego la gente se emborracha. Después de las borracheras, hay inmoralidad. Después de la inmoralidad, hay pleitos. Y eso es lo típico, año con año. Y cuando nosotros ahora que conocemos a Cristo, vamos y observamos las cosas, nuestro espíritu se enardece. Y lo que Pablo hizo aquí es precisamente eso. Y esto nos muestra un principio, hermanos, que donde no se predica el evangelio, la idolatría abunda. Donde no se predica el evangelio, la idolatría abunda. La Biblia está llena de ejemplos de hombres que se incendiaron cuando veían que no se les daba la gloria a Dios de vida. La Escritura nos dice que Dios es celoso de su gloria y no la comparte con nadie. La Escritura nos dice que todas las cosas se deben de hacer para la gloria de Dios. Y cuando nosotros leemos en las Escrituras que no se le da la gloria a Dios, vemos que hay un celo de parte de, vamos a decir, de parte de aquellos que se enardecen. Vayan conmigo al libro de Éxodo. Éxodo 32, versículos 19 y versículo número 20. Dice el versículo número 19, y aconteció que cuando él llegó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés y arrojó las tablas de sus manos y las quebró al pie del monte. ¿Se recuerdan qué está pasando aquí? Moisés sube al monte y mientras que Moisés está en comunión con Dios y Dios está hablando con él, el pueblo junta el oro y le mandan a Arón que les haga un Dios para adorarlo. Y cuando Moisés desciende, el campamento está, el campamento está de lleno adorando a un becerro. Están danzándoles al becerro. Dice la Escritura que inmediatamente ardió la ira de Moisés y arrojó las tablas de sus manos y las quebró al pie del monte. Y la pregunta es, ¿por qué Moisés reaccionó de esta manera? Porque venía de la presencia de Dios. Venía de estar delante de Dios. Moisés conocía a Dios y por esa razón se enardecía. Ahora hermanos, en una forma de aplicación, permítame preguntarles algo que ustedes tienen que responder. Cuando ustedes están en lo íntimo en sus hogares y están viendo un programa de televisión y en ese programa de televisión se usa el nombre del Señor Jesucristo en vano, mi pregunta es, ¿ustedes pasan por alto la ofensa o ustedes apagan el televisor y dicen, yo no voy a sufrir que delante de mí, en mi casa, alguien en la televisión esté blasfemando el nombre de Dios? Piense por un momento, si nosotros toleramos eso, hay un problema serio en nosotros. Y el problema es que no conocemos la gloria de Dios. No conocemos a Dios. Si usted está en su casa y tiene un invitado y ese invitado está utilizando toda clase de malas razones, usted está en su derecho de decirle al invitado, oye, bájale tu vocabulario. Si va a estar aún así, por favor, mejor salte de aquí. No tolerar el pecado. O sea, no podemos ir a cambiar lo que está pasando fuera en la ciudad y ordenar a todo mundo que se comporte de acuerdo a la voluntad de Dios, pero lo que sí podemos hacer es que en nuestra casa podemos apagar el radio, podemos apagar la televisión, nuestro teléfono, no hay necesidad de que lo abramos en cosas que no debemos, si esas cosas ofenden la gloria de Dios. Entonces la pregunta para nosotros es esta, ¿cómo reaccionas cuando ves que alguien no le da la gloria a Dios y se la da a cualquier objeto, a cualquier cosa? No le da la gloria a Dios en su forma de hablar, no le da la gloria a Dios en su forma de vivir. ¿Cómo reacciones tú? ¿Te irrita o simplemente lo pasas por alto? Vamos a leer otro pasaje de las Escrituras ahora en el Nuevo Testamento. Vea, por ejemplo, en segunda de Pedro capítulo número 2, en el versículo número 7, dice, Pedro está citando el Antiguo Testamento, el libro de Génesis dice, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados. Ustedes saben dónde vivía Lot, en Sodoma y Gomorra. Y dice la Escritura que él vivía de una forma abrumado. La palabra abrumado significa como sobrecargado, como turbado, entristecido. ¿Por qué? ¿Qué le entristecía? Dice el versículo ahí, la nefanda conducta de los malvados. Su forma de vida inmoral le entristecía. Y volvamos a hacerle una pregunta. ¿Qué pasa con nosotros? ¿Tenemos la misma actitud que estos que están acá? Hermanos, si no es así, debemos de rogar a Dios que nos dé el sentir como tenía en esos hombres. Debemos de ser, pues, honestos, ¿verdad? Seamos honestos delante del Señor. ¿Por qué? Miren, hermanos, es muy fácil entre los creyentes presentar una buena cara, que cada uno queramos presentar nuestra mejor cara delante de los unos de los otros. Pero el punto es, ¿a dónde vamos? A ninguna parte. Simplemente nos engañamos a nosotros mismos. Por eso yo estaba leyendo esas cosas cuando estaba preparando el estudio. Estaba pensando para mí mismo. Y el pasaje a mí personalmente me exhorta a que muchas veces mi falta de celo o mi falta de molestia o la falta de ardor en mi espíritu es por falta de no estar delante de la presencia del Señor como debería estar. O de no conocer al Señor como debería conocerlo. Y esta es una prueba para nosotros. Pablo conocía al Señor y su espíritu estaba enardecido viendo a la ciudad entregada a la idolatría. ¿Qué es la idolatría? La adoración a un falso dios. La Biblia dice que hay un solo dios verdadero. En Juan 17-3 dice que te conozcan a ti y al único dios verdadero. Perdón, que te conocen a ti, el único dios verdadero. La Biblia dice que hay un solo dios. Es el único dios. Es el verdadero dios. Todo lo demás de ahí adelante es falso. Absolutamente falso. Y cualquiera que se postra a cualquier ídolo está cometiendo el pecado de idolatría. Hermanos, el amor por el único y verdadero Dios produce celo por su gloria. Si nosotros tenemos un amor genuino por Dios y estamos creciendo en Él, cada día nos va a molestar más aquellas cosas que antes pues practicábamos con normalidad. Pero ahora ya no queremos hacerlas. Si amamos a Dios, hermanos, debemos de predicar el evangelio para que la gente conozca a Dios y le dé gloria. Ahora vamos al recículo que sigue, el recículo 17. Dice, noten que después de que Pablo su espíritu no está enardecido, dice, así que discutía en la sinagoga de los judíos de los judíos y piadosos y en la y en la, perdón, y en la plaza cada día con los que concurrían. Noten lo que Pablo hacía. Pablo no solamente se quedó con un espíritu enardecido, sino que él actuó en base a eso. Él no se quedó callado. Él fue y dijo, voy a hablarles a las personas. Nosotros no podemos criticar a alguien por estar haciendo algo que es contrario a la palabra de Dios, simplemente dejarlo ahí. No, tenemos que ir y decirles, ir y advertirles, predicarles el evangelio. Y eso es lo que Pablo hizo. Pablo, dice el recículo ahí, discutía. ¿Dónde? En la sinagoga. ¿Con quién? Con los judíos y piadosos. Los piadosos son gentiles que se habían convertido al judaísmo. Y no nomás ahí, en la sinagoga, lo hacía también en la plaza. ¿Cuándo lo hacía? Cada día, o sea, todos los días con los que concurrían. O sea, cualquiera que se le ponía enfrente a Pablo, ese iba a ser evangelizado. Hermanos, esto es tremendo. Esto es lo que nosotros debemos de hacer. Esta es la descripción de un ejemplo de lo que usted y yo debemos de hacer. Pero se dan cuenta, hermanos, de que no se puede hacer esto si no se tiene un celo por la gloria de Dios. El celo por la gloria de Dios debe estar ahí. El amor por Dios debe de estar ahí. Si no, no hay celo por predicar el evangelio. O sea, una cosa va conectada con la otra. Hermanos, la predicación del evangelio no es una obra normal. No es como ir a cortar el pasto. No es como quitarle las tuercas a un carro que está descompuesto. Eso es un oficio, eso es un trabajo. Pero predicar el evangelio tiene que ser potenciado, movido por el Espíritu de Dios. Porque es una labor difícil. Es una labor cansada. Es una labor que aparentemente no trae ningún pago en esta tierra. Es una labor donde uno va, la gente se puede burlar de ti, las personas te pueden ignorar, las personas te pueden maldecir. Pero debemos de hacerlo, hermanos. Debemos de hacerlo. La iglesia es la luz y la sal de la tierra. Y si la iglesia no preserva este mundo, si la luz no alumbra, entonces la sal para qué sirve. Para ser hollada, para ser tirada. Y esto nos debe de mover a nosotros a pensar, ok, qué bonito, Pablo discutía. Bravo Pablo, ¿no? Porque nos gusta ver ejemplos de Pablo. Pablo es el más bravo de todos en el Nuevo Testamento. Y era tremendo. Yo no sé. Según lo que dice Corintios, es un hombre pequeño, no es un hombre grande. Y no es un hombre de carisma. No es un hombre atractivo. O sea que era un hombre con una personalidad común. No era un hombre destacado. Pero qué espíritu tan potente tenía, hermanos. Y aquí lo vemos a él, predicando la palabra de Dios. Y qué bueno que lo está haciendo. Lo está haciendo todos los días, con todos, con todas las personas y en todas partes. Bravo, Pablo. Pero la pregunta es, ¿qué vamos a hacer después de ver este ejemplo? Esa es la pregunta. Hermanos, leer la Biblia sin ser movidos por ella no tiene ningún sentido. La palabra de Dios es la que nos santifica. ¿En qué forma nos va a santificar esta palabra? Oh, bueno, nos va a santificar en la forma de que yo, ahorita nomás en cuanto el pastor termine de predicar, voy a ir con uno de los diáconos y le voy a decir, hermano, ¿me podrías dar 10 tratados que voy a repartir esta semana? La pregunta es, ¿cuántos de ustedes van a tomar esa decisión? ¿Cuántos de ustedes van a decir, me encontré persona esta semana y no les hablé del evangelio? Y tuve la oportunidad de darles un tratado bíblico y no se los di porque no lo traía. Y si lo pensé, ya me había ido, pero no lo traía. Entonces, el punto es, ¿qué vamos a hacer nosotros? Por ejemplo, voy a darles un ejemplo muy común. Tienes un familiar que es inmoral, que no le importa la moralidad para nada. Y ya habla de su inmoralidad como si fuera algo digno de admirar. La pregunta es, ¿se enaldece tu espíritu por ver su vida desperdiciada y no darle gloria a Dios con su vida, sino todo lo contrario, una vida desperdiciada en el pecado y en la inmoralidad? Te has sentado con esa persona y decirle, oye, tú sabes que Dios existe. Tú sabes que le vas a dar cuentas a Dios. Tú sabes que la única razón por la que Dios te está dejando vivir en este momento es para que creas en el Señor Jesucristo. Deberías de arrepentirte. Lo que tú estás haciendo no es correcto. Tienes que pensar las cosas. Tienes que pensarlo. Hermanos, tenemos que hablar. Muchas personas van a considerar la vida que están viviendo si nosotros les hablamos, porque Dios va a usar lo que nosotros digamos. Pero el punto es, si nos vamos a hacer como ciudadanos americanos, ¿no? Yo vivo aquí y del frente para allá, lo que pasa es tu problema, para acá es tu problema, lo de afuera es tu problema, nomás lo mío es mi cuento, mi asunto. No, hermanos, Dios nos mandó a hacer metiches con el Evangelio, ¿sí me entienden, no? Uso una palabra común. No es que cada quien que maneje su vida. No, no, a todo el que se tartariese dile, predícale, busca la oportunidad, ora al Señor para que te deje. Sé metiche con el Evangelio. Y yo creo que esta palabra se les va a quedar grabada, hermanos. Esta semana van a decir, no, predican el Evangelio, no le testifican a nadie a decir, oye, no metí en la vida de nadie esta semana. Hay una forma negativa de meternos en la vida de los demás y es chismeando, pero hay una forma positiva y es predicándoles el Evangelio. El punto es cuál de nosotros, de las dos vamos a escoger. Entonces vemos aquí a Pablo, que él no está perdiendo el tiempo, inmediatamente comienza a predicar y a razonar en las sinagogas, ahí con los creyentes, y noten que hay una palabra en el versículo 17 que dice que discutía. La palabra discutir no necesariamente es negativa. La palabra discutir significa dialogar, significa argumentar, significa presentar un asunto y probarlo. Y esa palabra se usa 15 veces en el Nuevo Testamento y vamos a ver algunas de las veces en las que se usa. Ven en el capítulo 17, en el versículo número 2, dice, y como Pablo acostumbraba fue a ellos y por tres días de reposo discutió. Él está discutiendo, está hablando con las personas. En el capítulo número 18, vayan conmigo al 18, versículo número 4, y discutía en la sinagoga todos los días de reposo. En el versículo número 19, ahí mismo, dice el versículo 19, y llegó a Éfeso y los dejó allí entrando a la sinagoga, discutía con los judíos. Y así podemos ir por todo el Libro de los Hechos, porque la mayoría de las veces esta palabra se encuentra en Hechos. Pero quiero llevarlos al Libro de Hebreos, donde quizás es un pasaje donde nosotros no vamos mucho, cuando estamos estudiando en Hechos, pero quiero que veamos a Hebreos, capítulo número 12. Hebreos, capítulo número 12. Y ahí en el versículo número 5, se utiliza la palabra donde dice la Escritura, y habéis ya olvidado, escuché esta palabra, la exhortación que como a hijos se os dirige diciendo, hijo mío, no despreciéis la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él. Aquí, lo que está haciendo el escritor de Hebreos, es trayendo una discusión, haciendo un llamado a la exhortación, y recordando a las personas. Y cuando nosotros predicamos y discutimos con la gente, eso es exactamente lo que nosotros hacemos. Les decimos, miren hermanos, tenemos que decirles, aunque la gente diga, yo no creo en Dios. Hermanos, no importa que no crean en Dios. No importa. Dios, Dios es real. Dios es quien es. Y la persona es creación de Dios, le guste o no le guste. Y la persona vive porque Dios le está dando sustento para vivir. Le guste o no le guste, lo acepte o no lo acepte. Entonces cuando llega una persona que dice, es que yo no creo en eso. No me digas que cuando yo me muera dale cuentas a Dios porque yo no creo en Dios. Y simplemente con que le digamos a la persona, bueno, supongamos que lo que te digo sí es cierto, lo cual lo es, usted afirma. Y tú despiertas en la vida después de la muerte y abres tus ojos y estás delante del trono de Dios. Y lo que yo te estoy diciendo ahorita, lo vas a recordar en ese momento. Hermanos, el espíritu de Dios obra. El espíritu de Dios trabaja en la vida de las personas. Porque la palabra de Dios penetra hasta donde, hasta donde es necesario penetrar, a lo más profundo del ser humano. No existe tal cosa como decirle a las personas, ¿te gustaría abrirle la puerta de tu corazón a Cristo? Hermanos, ¿qué es eso? ¿qué es eso? La palabra de Dios tiene poder para penetrar hasta lo más profundo del ser humano. Y una vez que la palabra se predique, nadie la puede evadir, nadie la puede evitar. Es el poder de la palabra de Dios. Y Pablo tiene esa convicción y él está argumentando y él está discutiendo aquí con ellos. Ahora, la pregunta que nos hacemos nosotros, ¿eres como Pablo que ve la necesidad y la suple o simplemente te quejas de todo? Aquí hay un principio. ¿Cuál es tu actitud al ver una necesidad? Y me refiero a una necesidad espiritual. ¿Vas y la suples o simplemente la criticas y te vas? Esto nos exhorta a nosotros a saber si somos de la clase de personas que decimos el domingo en la mañana, oh, qué bueno que voy a la iglesia a adorar a Dios, que no soy como esos que se quedaron dormidos porque anoche se fueron a la fiesta y hoy no se levantan y están crudos y están borrachos, gracias a Dios que no soy como ellos. Hermano, eso simplemente nos hace fariseos. El punto es, ¿cuándo vamos a hablarle a esos que se quedaron en su casa crudos, borrachos? ¿Cuándo lo vamos a hablar a aquellos que ignoran a Dios? Necesitamos de ser activos en esta forma porque de otra manera no estamos siendo transformados por la Escritura. Pablo vio la necesidad y tomó una acción sobre ella. Y eso es lo que la Escritura nos manda a hacer, de ver la necesidad en la comunidad, en los lugares que tú te mueves y predicarle el Evangelio. Verso 18. Algunos filósofos de los epicureos, de los estoicos disputaban con él. Unos decían, ¿qué querrá decir este palabrero? No, no entendí. Y otros, parece que es predicador de nuevos dioses porque les predicaba el Evangelio de Jesús y la resurrección. O sea que ese era el tema de Pablo. Entonces aquí la predicación de Pablo, vean que llama la atención de los filósofos de Atenas. Y se mencionan dos grupos. El primer grupo es epicureos y el segundo grupo es los estoicos. Estos dos grupos son grupos contrarios en filosofía, pero ellos escuchan a Pablo hablar y quieren saber qué está hablando. Sin embargo, tiene una actitud burlona porque dicen ellos ahí, en la pregunta, ¿qué querrá decir este palabrero? Ellos nos dijeron, ¿qué querrá decir esta sofisticada filosofía? No, este palabrero. Y esa es la actitud que el mundo tiene para el Evangelio. El mundo se refiere al mensaje del Evangelio como un mensaje arcaico, como un cuento y le da muchos calificativos para minimizar y para quitar la dignidad del mensaje del Evangelio. Pero luego, ellos hablan de las cosas que creen y las exaltan tan altamente cuando lo que ellos creen es basura, es doctrina de hombre, es filosofía de hombres. Estaba escuchando a una persona que estaban entrevistando y le decían, oye, cuéntanos cómo haces para tener éxito en tu vida. Dice, la clave es la meditación. La meditación es donde tú organizas tu mente, es donde te pones en alineación con el cosmos. Y el que lo está entrevistando dice, wow, qué interesante. Y ese mismo entrevistador, cuando ha llegado un evangélico y le entrevistan y dice, el hombre ese cree un Cristo Jesús, por eso vive de esta manera. Ah, ¿eres religioso? Se burlan de las personas. Pero aquí tenemos a estos grupos. Si usted tiene una Biblia de estudio MacArthur, MacArthur dice esto en su nota. La filosofía epicúrea enseñaba que el fin supremo del hombre consiste en evitar el dolor. Los epicúreos eran materialistas y aunque no negaban la existencia de Dios, creían en él no se involucraban en los asuntos, que él no se involucraba en los asuntos humanos. Ellos creían que al morir una persona, su cuerpo y su alma se desintegraba. O sea que estos eran personas de, como Joel Austin, vive tu mejor vida ahora. Lo que importa es hoy. Hermanos, ¿saben que esa es la filosofía de la tecnología moderna? Mejorar nuestras vidas. La tecnología moderna, dicen, es que mira, tienes tu teléfono y tu teléfono te va a ayudar a recordar que tienes una cita, tu teléfono te va a proporcionar entretenimiento, tu propósito te va a ayudar a comunicarte con tus amigos, tu teléfono te va a ayudar a promover tu persona en las redes sociales, te va a hacer la vida mucho mejor, mucho mucho mejor. Bueno, los teléfonos tienen muchas cosas atractivas y también adictivas. Pero hubo un tiempo en el que no teníamos teléfonos. Y nuestra vida no era peor. Nadie se quejaba. Es que no me pusieron like. Nadie se quejaba. ¿Por qué no respondiste mi texto? Nadie llamaba, hermanos. No existían los teléfonos. O sea, existían los teléfonos de casa, ¿no? La vida era muy distinta. Hermanos, no nos quedamos mal. Deja que me veo como una persona normal a que no tuve teléfono cuando estaba joven. Jóvenes, véanme si puede uno vivir sin teléfono. Ahora, no estoy diciendo que no tengamos teléfonos. Tienen una gran utilidad, gracias a Dios, por los teléfonos. Pero lo que les quiero decir es que la mejora verdadera de la vida viene por el Evangelio de Jesucristo. Y Pablo entendía perfectamente esto. Los filósofos epicúreos, ellos querían el mayor de los bienes, el placer. Hay que evitar el dolor. Por ejemplo, piensen ustedes por un momento. Mi madre tuvo 10 hijos. Pobre señora, no tenía lavadora en casa. Lavaba en un lavadero. Después le compraron lavadora y sintió que estaba en la gloria. No tenía secadora a ver colgar. Después le compraron la secadora, estaba maravillada. Sí, le mejoró su vida. Le evitó muchos sacrificios, menos dolores. Todo eso está bien. Sí es bueno, pero el propósito mayor de la vida no es evitar el dolor. ¿Saben, hermanos, que el dolor nos forja? El dolor nos hace ser más fuertes. El dolor nos ayuda a pensar en lo que tiene mayor valor. Cuando una persona está experimentando una enfermedad de muerte, ¿saben en qué piensa? No piensa en las cosas materiales. Piensa en la familia, piensa en lo que ha hecho, piensa en lo que realmente vale la pena. Por eso dice Pablo que a los que aman a Dios, en Romanos 8, 28, todas las cosas les ayudan a bien. Todas, aún las que son de sufrimiento, contrario a la filosofía de los epicúreos. Ahora, la otra filosofía. La filosofía estoica era contraria. Enseñaba el dominio total de uno mismo y que la meta de la vida humana era llegar a un punto de indiferencia total al placer o al dolor. O sea, ven las dos formas opuestas. Los estoicos decían, oh, tener dolor es bueno. Y créanme, no es bueno. Si usted tiene un dolor de muelas, no es bueno. Se puede arreglar la muela que hay que arreglarse lo más pronto posible. O sea, el dolor nos santifica, hermanos. Si entendemos eso. Esta filosofía está aún en los monjes que están en aquellos lugares durmiendo en cama de piedra. Que no se cobijan para tener frío en la noche. Para sufrir. Y creen que eso los va a hacer mejores delante de Dios. Hermanos, eso no dignifica a nadie. Eso no mejora la persona delante de Dios. Lo único que mejora la persona delante de Dios es nacer de nuevo. Es haber creído en el Señor Jesucristo. Es ser hecho una nueva criatura. Y por eso la Escritura dice que justificados vos por la fe tenemos paz para con Dios. Y en ese momento la vida es totalmente cambiada, totalmente transformada. Así que tenemos estos dos grupos. Ahora, vea cómo ellos interpretan el Evangelio. Dicen, ¿qué querrá decir este palabrero? La palabra palabrero literalmente significa recolector de semillas. Ahora, ¿en qué sentido están diciendo que Pablo es un recolector de semillas? La idea es que un pensamiento es una semilla. Y que Pablo agarraba una semilla por aquí, agarraba otra semilla por allá, y tenía un montón de semites de ideas nuevas y las estaba compartiendo con todos. No. Pablo recibió el mensaje del Evangelio. Pablo recibió el mensaje del Evangelio y lo estaba predicando. Y la idea es esta. Dice Macarto en su misma Biblia de Estudio. Algunos de los filósofos vieron a Pablo como un filósofo neófito, que no tenía ideas propias, sino que prestaba los conceptos de diferentes filosofías para construir un sistema endeble y superficial. O sea, la filosofía de Pablo era una filosofía barata, ¿no? De mala clase. Es como... Perdón por lo que voy a decir y espero que nadie me vaya a malentender. La primera vez que fui a Guatemala, llegamos a la ciudad donde son los familiares de mi esposa, una aldea pequeña, y luego fuimos al pueblo más grande que es una cabecera, que le llaman Salamá Baja Verapaz. Y había una tienda grande, una tienda Electra, que las Electras también hay en México. Y había muchas motocicletas, pero muchísimas motocicletas. Y había otro grupo de motocicletas retirado. Cuando usted caminaba hacia las motocicletas de allá, eran Honda y Yamaha. Y caras, porque son marcas más o menos. Pero había una marca acá que se llamaba Itálica. Una marca bastante barata, una marca china, que ya hay en México bastantes de estas. Pero cuando usted comparaba la una con la otra, nada que ver, nada que ver. Usted se da cuenta. Encontraba gente en la calle manejando Honda macizas, buenas. Y otros con Itálica ya casi despedazadas por todos lados. El plástico se quebraba, se rompía, los mofles se hacían ruidosos, el motor sonaba demasiado. Y entonces es un producto de una mala calidad, ¿no? Es una motocicleta, pero no es como una Honda. Bueno, el mensaje de Pablo era Itálico, por decirlo así, ¿no? Como una Itálica. No era como las segundos filósofos, no era como la filosofía de ellos, la de los epicureos, de los estoicos. No era como la de ellos. Pero, hermanos, eso no es lo que la Escritura nos dice. Lucas nos dice aquí que ellos están diciendo que es un hombre que tiene mucho palabrerío, mucho palabrerío. Pero vean, hermanos, volvamos a nuestro texto, a Hebreos 17, que ahí entonces esos que disputaban con él y decían, ¿qué querrá decir este palabrero? Y otros, parece que es predicador de nuevos dioses porque les predicaba el Evangelio de Jesús y la resurrección. Pero miren lo que ocurre. Aparentemente no era tan malo el palabrero. Dice, y tomándole, le trajeron al areópago. Era un lugar donde se hacía justicia. Era un lugar donde estaban todos los ídolos habidos y por haber. Era un lugar donde había un lugar, de acuerdo a lo que vemos más adelante, donde decía al Dios no conocido. Ellos eran tan religiosos que decían, quizás existe un Dios y no lo conocemos, pero para que no se ofenda, vamos a ponerle aquí al Dios no conocido. Y ellos lo llevan a Pablo ahí, lo toman de la mano, le traen al areópago diciendo, y la pregunta es, ¿podemos saber qué es esta nueva enseñanza que hablas? Y la pregunta aquí es discernir si ellos realmente tenían interés en el Evangelio o realmente simplemente querían escuchar. Y por lo que seguimos leyendo, ellos simplemente querían escuchar. Ellos se querían entretener con algo nuevo. No necesariamente lo iban a creer, simplemente se querían entretener. Y me parece, a mí es a cierto punto, que el areópago, que era una corte llamada así por la colina donde se encontraba, Pablo aquí está hablándoles y el Señor le da la oportunidad para presentar el Evangelio. Y me parece a mí, por lo que observamos, cuando ellos dicen ahí, dice, ¿podemos saber qué es esta nueva enseñanza de la que tú hablas? Se me figura como los lugares donde se reúnen las logias mazónicas en el día de hoy. Saben que es una logia mazónica, ¿verdad hermanos? Esos lugares como parecen como auditorios y que hay un compás y hay un ojo. La logia mazónica es un lugar donde se reúnen hombres públicamente para debatir temas. Pero usted se puede ser miembro de la logia mazónica y tienen grados en la membresía. Y cada día que ellos se reúnen, viene un experto en un tema. Y va a hablar lo que cree el tema. Y van a discutir lo que creen sobre el tema. Y algunos creen lo que dice, otros no lo creen. La próxima semana, otro con otro tema. Y así están. Todo el tiempo quieren escuchar algo nuevo. No lo creen o lo creen, o le agregan a su creencia, pero tienen comezón de escuchar. Y esos que están aquí tienen comezón de escuchar. Ahora, vean lo que dice el versículo 20. Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos pues saber qué quiere decir esto. Los atenienses aquí eran conocidos por su amor al conocimiento y a las nuevas ideas. Ellos tenían curiosidad por la enseñanza de Pablo, porque era algo que nunca antes habían escuchado y querían entenderlo más. Y hermanos, cuando nosotros predicamos el evangelio, debemos de entender que siempre va a haber distintas reacciones. Siempre, siempre. Algunos quieren saber un poco más, pero sin el deseo de creer. Otros no quieren saber nada. Otros van a discutir lo que le estamos hablando, pero siempre vamos a tener una reacción distinta. Pero hermanos, ustedes y yo no somos responsables de las reacciones. Somos responsables de hablar. Tenemos que hablar. Tenemos que predicar el evangelio. Vean hermanos, por ejemplo, algunas reacciones. En Mateo capítulo número 19, vean en el versículo número 19 de Mateo 19, 23 al 25, dice entonces Jesús dijo a sus discípulos, de cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios. Y lo dice aquí, sus discípulos, oyendo esto, se asombraban en gran manera diciendo, qué pues podrá, quién pues podrá ser salvo. Ellos escucharon a Jesús y dijeron la salvación es difícil. ¿Quién puede ser salvo? Obviamente en ese pasaje Dios quiere probar que nadie se puede salvar a sí mismo, que como le es imposible a un camello entrar por el ojo de una aguja, así le es imposible entrar a un hombre rico en el reino de los cielos, pero nadie puede pasar por la aguja. Más adelante, en otra porción de la escritura, para pensar en esto de las reacciones, vea cómo dice la escritura en primera de Corintios 18, 18, Cristo poder y sabiduría de Dios porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden, pero a los que se salvan a esto, esa a nosotros es poder de Dios. Diferentes reacciones. ¿Cuál fue su reacción a la palabra de Dios, hermanos? Espero que su reacción haya sido creer. Ahora quiero finalizar nuestro estudio de la palabra de Dios de la siguiente manera, haciendo una conclusión y haciendo un pedido que creo que la palabra de Dios no lo hace. En primer lugar, en este pasaje vemos el choque entre la sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios. Esto es lo que está ocurriendo aquí. Los atenienses se enorgullecían de su sabiduría y su conocimiento, pero estaban ciegos a la verdad del evangelio. O sea, tenían mucho conocimiento, pero ciegos al evangelio. Pablo, por otro lado, proclamó las buenas nubes de Jesucristo a lo que algunos de ellos respondieron como que, pues, es una locura. Vea lo que dice ahí mismo, en primera de Corintios uno veintitrés, uno veintitrés. Dice, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado. Para los judíos ciertamente es tropezadero y para los gentiles es locura. Así es como ellos están recibiendo el evangelio. Y esto, hermanos, es un recordatorio para nosotros de que la sabiduría de Dios siempre va a ser considerada por el mundo como una necedad, pero es la única sabiduría verdadera que conduce a la salvación. No hay otra. No importa que el mundo la considere así, nosotros no podemos guardar silencio, no debemos de guardar silencio, debemos de hablar. Como cristianos, nosotros estamos llamados, hermanos, a hablar del evangelio, compartir el evangelio, a pesar de las reacciones que tenga el mundo para con nosotros. Y al igual que hemos visto aquí en este pasaje al apóstol Pablo, nosotros podemos enfrentar que nos digan que simplemente hablamos palabrerío, que nos ridiculicen o sean indiferentes para con nosotros, pero también debemos de ser conscientes de dónde está nuestro enfoque. ¿Estamos consumidos por la búsqueda del conocimiento y las últimas ideologías del mundo o buscamos conocer y seguir a nuestro Señor Jesucristo? Y déjenme hacer una aplicación para los reformados de nuestra época. En los años noventas usted no escuchaba iglesias reformadas. No escuchaba eso nada. No escuchaban nada. No que reformados sea ser malo. Pero luego vino una oleada muy fuerte de lo que es la doctrina reformada y muchas iglesias bautizas cambiaron sus creencias de una manera muy radical y los jóvenes empezaron a hacer mucho énfasis en que hay que ser reformados, hay que hacer cambio y todo esto. Pero hemos llegado a un punto donde el énfasis es doctrina y saber doctrina y discutir doctrina. Y la doctrina no es simplemente para que acumulemos conocimiento ni para que discutamos. La doctrina es para que nos transforme. Y si la doctrina, la palabra de Dios, la doctrina reformada, no nos está transformando a nosotros, de maldecirbe conocer doctrina. Entonces, no se preocupe tanto por estos asuntos de las etiquetas. Preocupémonos por conocer la palabra de Dios que nos está transformando y preocupémonos por predicar el evangelio que transforma a las personas. No nos preocupamos tanto por esas cosas y por ponernos nombres y discutir todas esas cosas. Y esto nos lleva a ser hombres y mujeres como lo fue Pablo, que tiene un corazón para Dios, que se entristece cuando ve la idolatría, pero que actúa con la predicación del evangelio cuando para con las personas están sumergidas en idolatría para que salgan de ahí y puedan creer en el Señor Jesucristo. Voy a terminar leyendo un texto que lo vamos a estudiar la semana que viene, pero ahí mismo en el capítulo 18, el último versículo 34 dice, más algunos creyeron juntándose con él, entre los cuales estaba Dionisio, el Aropaguita, una mujer llamada Damaris y otros con ellos. Es interesante ver que algunos creyeron, no todos, algunos creyeron. La predicación del evangelio siempre dará fruto, hermanos. A veces no lo da en el momento, a veces lo da con los años, pero nosotros no debemos de dejar la predicación del evangelio. No sé si les he contado delante de la congregación una historia, no recuerdo, pero si la conté, pues perdónenme porque la voy a volver a contar. Hay el testimonio de un hermano que se congrega o se congregaba, yo no sé si está vivo todavía, en una congregación donde el pastor de esa congregación dio testimonio acerca de este hermano. Dice que a los 17 años de edad estaba sentado en el porch de su casa, estamos hablando de hace como 80 años, sentado en el porch de su casa tomando ice tea. Y eso a las 6 de la tarde empezó la predicación en una carpa. En aquel tiempo levantaban carpas para hacer campañas evangelísticas y ponían bocinas y sonaban con ganas. Y este hombre escuchó todo un mensaje completo del evangelio, todo. 70 años después, escuchen esto hermanos, en su misma casa, en el mismo lugar, tomando té, ice tea, se recordó de la predicación. ¿Ustedes creen que él se recordó de la predicación? No, el Espíritu de Dios se la trajo a la memoria. Se arrepintió y creyó en Jesucristo. Y fue a la congregación que le estoy comentando, le contó la historia al pastor de su congregación. Y esto, esto es impactante hermanos. Esto habla del poder de la palabra de Dios. La palabra de Dios no es como algo que se dice y si alguien no lo quiere, no es como una propaganda. Mira, abrimos una ferretería aquí a la vuelta, toma aquí es un flyer, y la gente lo ve y lo tira. Cuando le decimos, le contamos la palabra de Dios a las personas, aunque ellos en su mente y su corazón la desechen, en realidad no están desechando a nosotros instantáneamente, pero la palabra se queda ahí hermanos. Y la palabra tiene poder. Por eso, no nos canseamos, no desmayemos de predicar el evangelio. Es lo único que vale la pena en esta vida. Es lo único que paga por la eternidad. De malas a más cosas, gloria a Dios por todo, pero lo más principal es predicar el evangelio. Vamos a orar hermanos. Padre, te damos gracias en esta noche porque nos permite, Señor, habernos detenido a la mitad de la semana para estudiar tu palabra, para adorarte. Ahora, Señor, rogamos que el estudio de tu palabra tenga cavidad en nuestros corazones, que nos santifique, nos transforme y nos haga una congregación evangelística. Ruego, Señor, que tú nos envíes y nos lleves en paz a cada uno de nosotros. Guárdanos en el camino, líbranos del mal, Señor, y no nos dejes caer bajo ninguna tentación en estos días. Y tráenos con bien el domingo para continuar adorándote como iglesia, como grupo. En el nombre de Cristo Jesús rogamos estas cosas. Amén.

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