Ep1: El ecofeminismo y la mirada interior (remaster)

This is a podcast episode about ecofeminism, which combines feminism and environmentalism to highlight the connections between the oppression of women and other marginalized groups and the exploitation of the natural world. It discusses how gender, along with other factors like class, ethnicity, and age, contribute to social inequalities. The podcast emphasizes the importance of situated knowledge, which considers the perspective and experiences of different groups. It also criticizes the concept of women and nature as objects of conquest and argues that modern science and progress support capitalism and patriarchy. The podcast advocates for a science from below, which challenges oppressive power structures and considers the needs and viewpoints of all. It highlights the struggles of communities in Mexico, particularly in the southern part of Mexico City, who fight to protect their territories and natural resources. The episode encourages listeners to embrace transgressive perspectives Este es un podcast hecho por Mónica Ramos, perteneciente a la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra, para la materia de Feminismos, Juventudes y Cultura, impartido por la profesora Linda Daniela Villegas. Y se realizó el 23 de octubre de 2023. Episodio 1. El ecofeminismo y la mirada interior. Hola, yo soy Mónica Ramos y me gusta tejer, las plantas, el color verde, subir cerros y regocijarme con lo bella que es la Madre Tierra. Y es por ello que la estudio en la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra de la UNAM, porque quiero conocer y entender los ciclos y relaciones que la vuelven tan compleja, y encontrar una reconciliación entre el mundo humano y el mundo natural por medio de una ciencia justa, amplia e incluyente. Y eso es un poco de lo que va el ecofeminismo, un tema que me gustaría hablarte hoy. Ciertamente no soy experta, pero espero que en este episodio conozcas el tema y aprendamos en el camino. Comencemos. ¿Y qué es el ecofeminismo? Pues a grandes rasgos es una corriente del pensamiento y movimiento social que integra feminismo y ecologismo y pone de manifiesto las relaciones existentes entre la subordinación de las mujeres y otros grupos sociales no privilegiados con la sobreexplotación y degradación del medio natural. ¿Pero por qué existió y aún existe la represión hacia estos grupos sociales? Una respuesta rápida y concisa es por el género, que según Martha Lamas es un eje de poder que actúa como principio organizador de la estructura social en muchos contextos históricos, pero no es el único. Hay demás condicionantes que las personas de la academia llaman interseccionalidades, que habría que considerar como la clase, la etnia, la edad, la orientación sexual y otras opresiones históricas, y estas nos permiten dilucidar aspectos importantes sobre las desigualdades sociales. Veamos un ejemplo. El acceso o no de hombres, mujeres e identidades sexogenéricas a los espacios, a los bienes naturales y comunes, a los recursos y a su distribución, a la toma de decisiones sobre sus cuerpos y territorios, a la información, a los beneficios económicos y sociales, al acceso o no a la ciencia y a la tecnología, a la forma de organización de los tiempos de trabajo productivo, doméstico, de cuidados o al tiempo libre, entre muchos otros. Entonces, si reconocemos estas condiciones o interseccionalidades, daríamos paso al conocimiento situado. Este es un concepto que acuñó Donna Haraway en el 95 y se refiere a la importancia de considerar desde dónde se habla y así cuestionar si los discursos que creamos, supuestamente de forma objetiva, reproducen relaciones de poder y desigualdad. Ahora hagamos un ejemplo con todo lo que vimos hasta ahora. Soy Mónica Ramos, una mujer cisgénero de 21 años. Vivo en la zona interurbana de la Ciudad de México. Estudio ciencias de la tierra en CIT de la UNAM y estudio ciencias ambientales porque vivimos en una de las mayores crisis generacionales de todos los tiempos. El cambio global, el antropoceno y, en general, la extinción de toda la diversidad, incluyendo la biodiversidad, es algo que necesitamos cambiar. Sin embargo, reconozco que es muy difícil hacer ciencia en México y que lo es aún más siendo mujer y que al luchar por proteger y preservar lo natural, se me podría ir la vida. He sufrido violencia de género, se me ha sexualizado en las calles y aún sufro de micromachismos en mi familia y algunas personas no creen que las mujeres podemos estudiar, hacer ciencia e investigación y emanciparnos de esta sociedad mexicana patriarcal. Acabo de hacer un pequeño ejercicio en relación al conocimiento situado. Digamos que sitúe mi conocimiento con base en mi realidad histórica. Tú también puedes hacerlo. Entrando en materia, el ecofeminismo hace críticas a dos conceptos muy importantes. Uno, que la mujer y otros grupos sociales oprimidos y la naturaleza no somos territorio de conquista y es un llamado a reconocer que las sociedades y pueblos que históricamente fueron colonizados lo siguen siendo, aunque de otra manera. Que el extractivismo es el nuevo colonialismo y debemos defender nuestros territorios y sus recursos de la misma forma que defenderíamos nuestros cuerpos. Y dos, que la ciencia moderna y el progreso sostienen el crecimiento del capitalismo y el patriarcado. Vandana Shiva, una física ecofeminista y activista hindú y María Mies, espero haberlo pronunciado correctamente, es una socióloga y activista alemana y ellas afirman que la búsqueda científica y la producción de una verdad universalizada vista en el progreso, la modernización y el desarrollo como los modeproyectos, por ejemplo, se sustentan en el despojo y la explotación de las mujeres y otras minorías de sus tierras, territorios y cuerpos. Entonces, si la ciencia es opresiva, el ecofeminismo debe ser su inverso. Para ello, Vandana Shiva propone hacer ciencia e investigación con miradas desde abajo, a diferencia de la mirada desde arriba o la ciencia hecha desde el paradigma del positivismo, que funge como una herramienta de poder del patriarcado y sometimiento para cualquier minoría. María Mies propone la visión desde abajo, como el punto de vista en el que la investigación puede y debe fungir como una lucha contra la opresión en lugar de su reproducción. Una ciencia que considere las necesidades y puntos de vista de todas las partes. Yo creo que la ciencia desde abajo puede liberar y emancipar a quienes más sufren de la ciencia desde arriba. Y claro que esto no es una tarea fácil. El discurso del ecofeminismo, así como otras perspectivas y corrientes y modos de vida que busquen transgredir las formas de organización social opresoras que históricamente han existido, requieren que sacrifiquemos algo. Requiere que pongamos el cuerpo. Poner el cuerpo para defender lo que sabemos que importa y cuidar lo que nos cuida. Quienes vivimos en el sur global, podemos ver que hay muchos grupos sociales en pie de lucha por su territorio, por proteger lo que les sostiene, incluso dentro de esta ciudad. Lo que antes fue un ergo conquistado, desecado y obligado a olvidarse de su pasado resiste. Mejor dicho, sus personas resisten. En sus zonas periurbanas, como Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta, los grupos sociales y pueblos sufren de problemáticas socioambientales muy complejas y luchan por preservar sus usos, costumbres y modos de vida por medio de la protección de sus recursos naturales. La zona sur de la ciudad es donde se recarga una parte muy importante del agua que la ciudad misma consume. En sus chinampas se produce el 20% de los vegetales y hortalizas que consumimos. Muchas de estas zonas son áreas naturales protegidas, pero sus canales se están desecando, sus aguas se contaminan, sus suelos y bosques mueren. Muchas de estas comunidades que allá habitan son pueblos originarios que luchan por resistir a la expansión de la ciudad y sus efectos ambientales. Sueñan con utopías y trabajan por conseguirlas y ponen el cuerpo para defender su territorio. En el sur de la ciudad se viven muchos ecofeminismos donde las mujeres luchan en su vida diaria contra las formas de opresión y violencia que más les afectan y les preocupan. Organizándose para superar sus adversas condiciones de vida con la creación de redes de trabajo como los techios, redes de protección e información que les emancipan a proteger el bien común. Ya que como Juan Carlos Budó que alguna vez dijo, lo único indestructible, lo imperecedero es la vida y hay que defenderla toda corta. Creo yo que una de las mayores herramientas que puede brindar el conocimiento situado es la emancipación. Es volvernos más conscientes de lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir y cuáles son los problemas que nos aquejan a todas, todos, todes. Brindarle honor y respeto a quienes honor y respeto merecen. A reconocer que no hay sólo una forma de ver las cosas, de ver la realidad, de hacer ciencia. Que podemos soñar con utopías e intentar hacer la realidad desde nuestra vida diaria o desde lo que hacemos mejor que a veces es la ciencia o la investigación. Nuestras sociedades se enfrentan y seguirán enfrentando problemáticas social-ambientales complejas e imbricadas. Y debemos de ser transgresores ante sistemas capitalistas y patriarcales que se nos imponen. Es responsabilidad nuestra hacerles frente y luchar por el bien común. Porque no hay cambio sin un sueño, así como no hay sueño sin esperanza. Te agradezco con todo el corazón por tu tiempo y por dejarme compartir ese espacio contigo. Espero que hayas aprendido algo y más importante, que te hayas quedado con más dudas y con mucha sed de aprender. Y como datos, toda la música que se escucha en ese pequeño episodio forma parte del soundtrack de la película La Princesa Mononoke de Studio Ghibli. Es una película que me encantaría que vieras si es que te quedaste picado, picada, picada con estos temas de problemáticas social-ambientales y cómo podemos resolverlo por medio de la emancipación. Espero estar en contacto contigo pronto.